lunes, 8 de junio de 2009

Sonrisitas socarronas

Si hay algo peor que tu madre es la mejor amiga de tu madre. Se trata de la mujer más hipócrita, más gentil y más arrugada que podés conocer en tu vida. Es la típica persona que, cada vez que te ve asegura que has crecido un centímetro, te tira de los cachetes y con una sonrisita dulce en la boca piensa en lo mal que te vestís y en lo bueno que es que su hija rubia estudie Bioquímica.

En los últimos años he escapado milagrosamente de sus garras, con inoportunas huidas en cuanto descubro que recibiremos su visita o con 23 exámenes y centenares de parciales por semestre. Mas el temor es permanente, en cualquier momento puede caer sin avisar y traer consigo a su hija infradotada que junta desde hace años el ajuar para su boda.

La desgracia sucedió. El día 24 del mes 12 no hubo escapatoria. La grata velada se celebró en su casa de campo, en el medio de la nada. En el camino de ida, me sentí como el niño de El Resplandor, sólo que Jack Nicholson esperaba en casa mi llegada.

- Qué empiece la fiesta -gritó el ser en cuestión, uno vez que arribamos. Nos invitó a pasar y comenzó con su discursito.

-¿Qué querés? ¿Querés algo para tomar, algo para comer, ir al baño? –repite la misma fórmula que desde hace 20 años y acto seguido me manda a hacer algo con la nena que, por cierto, no me puede ver.

La nena, la que estudia Bioquímica, tiene un severo problema de interacción y limita nuestro “hacer algo” a repetir todo el sermón de la madre o mostrarme fotos del novio ingeniero, que está instalando una caldera en Oviedo.

La hora de la sena es terrible. Hay que festejar a su manera, dejándose guiar por su volcán de hospitalidad, que produce un efecto opuesto a la comodidad. Se actúa sí y sólo sí la anfitriona da la señal.

-¡A comer! –dice. Y todos comemos con el canto de los grillos en el patio de la estancia, donde nadie puede ni podrá escuchar mis gritos.

Llegadas las doce, lo más divertido: el besito.

-¡Feliz Navidad! –decimos, mostramos la punta de las paletas con una sonrisita hereje y volcamos la cabeza 30 grados hacia la izquierda en un gesto de cordialidad.

-¡A dormir! –sentencia. Casi casi que aplaudimos el dictamen y el grupo se retira en filita a los cuartos del fondo a esperar a que los invite a pasar al baño.

Una vez en la cama, lo peor está por suceder. Preparo las piernas para correr y espero a que Jack rompa la puerta con un hacha y asome la cara.

2 comentarios:

Naio dijo...

nunca me pasó, pero por eso supongo q es mejor mantenerse alejado de esas!!

NandoXXI dijo...

Interesante, como siempre. Excelente y aterrorizante historia, demasiado tétrica para un 24/12... me gusta.

Un gran saludo y un gusto volver a leerla

!!!!