viernes, 19 de marzo de 2010

Tristeza


Todas las almohadas de la casa están mojadas. El frío paralizó a estos caracoles de agua y no paran de moverse las ideas, que están infladas con helio.

miércoles, 27 de enero de 2010

Descalza

Tenía los ojos bizcos. Sus pies eran pequeños y filosos como la diminuta gueisha que era. Siempre usaba el pelo recogido en un moño que se sostenía con una especie de media de crochet. Lucía una fealdad femenina y tonta, bailaba ballet y yo la envidiaba.

Una vez me prestó sus zapatillas. Yo tenía cinco años y ella once. Las sostuve entre mis dedos eternamente largos unos minutos para memorizar todos sus detalles: su textura sedosa, sus punteras y sus delicadas suelas. Luego, me las coloqué. Calzaban perfecto. Hundí el pie con elegancia en aquel mar de sueños infantiles, crucé las cintas en mis tobillos y apreté hasta que se me saltaron las venas. Luego intenté pararme. Pero no lo logré.