
Aspiro la profundidad de todo un océano.
Y, con eso, la sensación más divina inunda mi cuerpo.
Ya no iluminarán tus luces mis ojos
cuando la noche caiga,
y el sol no refleje en mí tu aura incandescente.
Ni suspiraré al oír tu voz,
mientras el silencio de la tristeza me haga perderte.
Ya no más mi querida,
mi amante por la noche y por el día.
Ya no será tu esclava,
ni tú la mía.
No habrá más dolor que estalle en alegría,
ni caricia más hermosa, que
sea cuchilla fría.
Ya no habrá mentira,
cuando de la rosa caiga
el último pétalo, que
fin será de ti mi vida.
Y de ti voy:
erudita ignorada mía.
Y, con eso, la sensación más divina inunda mi cuerpo.
Ya no iluminarán tus luces mis ojos
cuando la noche caiga,
y el sol no refleje en mí tu aura incandescente.
Ni suspiraré al oír tu voz,
mientras el silencio de la tristeza me haga perderte.
Ya no más mi querida,
mi amante por la noche y por el día.
Ya no será tu esclava,
ni tú la mía.
No habrá más dolor que estalle en alegría,
ni caricia más hermosa, que
sea cuchilla fría.
Ya no habrá mentira,
cuando de la rosa caiga
el último pétalo, que
fin será de ti mi vida.
Y de ti voy:
erudita ignorada mía.